Tuesday, May 17, 2005

Jesús Blancornelas, periodista
Marzo/2005

De dos vehículos bajaron ocho hombres, todos armados, cargando rifles de asalto AK-47 y pistolas 9 milímetros.
Voltearon de un lado a otro, se colocaron en posición de ataque y cerraron el paso de la avenida Las Américas, en el fraccionamiento El Paraíso, frente al número 4633, una antigua casa donde se lee: “Zeta, libre como el viento”.
Iban escoltando un automóvil color azul que se estacionó en la cochera y del que bajó Jesús Blancornelas, el director del semanario Zeta, hombre de cabellos canos, barba blanca, pequeño de estatura, anteojos, y voz de amigo.
A la entrada de la casa que desde 1980 ha albergado al periódico Zeta, se observan tres fotografías: Héctor “El Gato” Félix, asesinado en 1988, Luis Lauro Valero, muerto en 1997, Francisco Ortiz Franco, ejecutado en 2004.
Zeta parece ser una zona de guerra. Una decena de hombres custodian el edificio. La ciudad de Tijuana también es una zona de guerra. Las ejecuciones de la mafia parecen ir en aumento. En lo que va del año pasan de cien.
En los últimos años, Blancornelas ha estado en la mira de la mafia por dedicarse a escribir sobre el fenómeno del “narco”. Y de manera breve lo explica en una entrevista para La Opinión.
¿Actualmente, cómo está la situación del narcotráfico en la frontera?
“Está muy desordenada, porque no han respetado las reglas no escritas del narcotráfico; se han invadido entre ellos y ahorita Tijuana es una zona de guerra. Están los Arellano, ‘El Mayo’ Zambada y ahora Osiel Cárdenas; es un pleito enorme y ya van muchos muertos”.
¿Y en esta zona de guerra, cómo quedan los periodistas?
“Pues afortunadamente no están vulnerables, porque afortunadamente,no se ha metido el narcotráfico con ellos. La última vez que se metieron fue cuando mataron a nuestro compañero Ortiz Franco, que ésa es otra de las cosas, se brincan las reglas”.
Blancornelas dice que lo que le ocurrió a él hace años y a su compañero Ortiz Franco, lo que pasó a Gregorio Rodríguez, en Escuinapa, Sinaloa; a Roberto Mora y Francisco Arratia, en Tamaulipas, son caprichos de la mafia.
“Ninguno de nosotros estuvimos relacionados con el narcotráfico, ni ayudando al narcotráfico ni traicionando al narcotráfico. Hemos sido víctimas de caprichos del narcotráfico, sólo porque les caímos gordos o no les gustó lo que escribimos”.
Periodismo y muerte
El valor y la integridad que lo han caracterizado como periodista le han valido a Blancornelas para que el Club de Prensa de Los Ángeles lo haya hecho acreedor del Premio Daniel Pearl, que le será entregado el próximo mes de junio. Pearl, reportero del diario The Wall Street Journal, fue decapitado por los talibanes en Pakistán.
Ganador de múltiples premios internacionales, Blancornelas considera el Premio Daniel Pearl una responsabilidad más como periodista.
“Es un premio que, como todos los premios que se otorgan, principalmente de organizaciones extranjeras, pues te responsabilizan y te comprometen más, porque son otros ojos, pero, a la vez, para quienes estamos metidos en este trabajo, es como una vacuna, porque si alguien tiene pensado hacerte algo, se detiene un poco más. Ya hay una organización extranjera que te está viendo, ya no nomás es aquí en la ciudad”, dice en la sala de reuniones del semanario.
Blancornelas estuvo a punto de morir el 27 de noviembre de 1997, cuando fue emboscado por sicarios vinculados al cártel de los hermanos Arellano Félix. Ráfagas de AK-47 destrozaron la camioneta en la que viajaba con su guardaespaldas Luis Lauro Valero. A él sólo lo hirieron de cuatro balazos, pero su chofer y escolta murió acribillado a balazos.
Después del ataque de 1997, de las muertes de sus tres compañeros y de las decenas de asesinatos de periodistas en México, Blancornelas reflexiona.
¿Vale la pena morir por el periodismo?
“No. El periodismo es una profesión, pero de ninguna manera se puede comparar con una vida”.
Cuando Blancornelas entró en el periodismo, hace ya más de 45 años, su sueño era tener su propio periódico. Y lo logró en 1980, cuando fundó Zeta junto con su colega Héctor “El Gato” Félix.
“Lo logré, pero ojalá y no lo hubiera logrado, estoy casi arrepentido, porque la vida de tres compañeros no se compara por tener un periódico”, agrega acomodándose los anteojos.
Reportero deportivo
De 69 años de edad, originario de San Luis Potosí, llegó a Tijuana a finales de 1959, para buscar una plaza como reportero de deportes en el periódico El Mexicano que recién se inauguraba. Quería escribir las crónicas deportivas, tal y como lo hacía en su tierra natal.
“Venir a Tijuana hace 45 años no era tan fácil como hoy, no era de decir pues me regreso y ya; no, era un problema muy grande, hasta para hablar por teléfono”.
Por eso tuvo que conformarse con un puesto de “cubreturnos”, hacer el trabajo del reportero de información general que se había ido de vacaciones, o cubrir la nota de sociales de quien se había enfermado o hacer la crónica policiaca de quien había faltado.
Poco a poco, Blancornelas sobresalió y hoy es reconocido como uno de los periodistas que más escriben y saben sobre el tema del narcotráfico, aunque lo niega modestamente.
“No soy un especialista en narcotráfico, lo que pasa es que, si tú ves el periódico Zeta de hace 20 años, vas a ver un periódico de contenido político, pero luego empieza a llegar el narcotráfico y los indocumentados, entonces empieza a hacerse noticia y pues, nos metimos a cubrir el tema”.
Después del atentando de 1997, Blancornelas empezó a recibir informes sobre el tema de diferentes partes del país.
“Empecé a escribir más de narcotráfico, para tratar de que no le pasara algo a otros compañeros, y que el narcotráfico viera que no podía doblar al periodismo. Entonces pasó que me llegó mucha información de muchas partes, porque hay compañeros a quienes no les dejan escribir o no quieren escribir porque tienen miedo, pero de ahí que digan que soy especialista pues no. Hay gentes que saben más”.
¿El narcotráfico ha podido doblegar al periodismo?
“No, y no va a poder. El narcotráfico puede corromper a un gobierno federal, estatal o municipal, pero para escribir sobre el narcotráfico van a venir también a escribir periodistas extranjeros, porque no es un tema que tengamos que tratar sólo los mexicanos, y no van a poder tampoco con ellos”.
Blancornelas se queda pensativo un rato y antes de terminar la entrevista asegura: “El narcotráfico no va a poder acabar jamás con el periodismo”.

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