Thursday, January 04, 2007

El año viejo

Ahí por la calle Sexta, entre las avenidas Revolución y Madero, en el centro de Tijuana, hay una cantina llamada El Dandy del Sur. En su rocola (“jukebox” dirían los gringos), hay buenas rolas, como las perronas de Camilo Sesto… “Has vuelto Melina, alza tus manos hacia Dios, que él escuche tu voz, la-ra-lai-ra-la-la…”. También hay una pequeña pista de baile para bailar con las morritas de cartonsito de caguama, una cómoda barra y un ambiente bohemio. Laura es una de las meseras, “Laurita Nortec” le decimos por su afición a los músicos tijuaneros, hasta una fotografía del PG Beas y su tribu ya colocó en una de las paredes. Pues ahí, en ese bar, con esa mesera, y con mis compas el Fausto Ovalle y el Ángel Ruiz, pasé el fin de año y recibí el 2007. Ahí estuvieron también la Rosita y la Karla Gutiérrez. Y como podrán ver en la foto, ahí estaba también el año viejo: El 2006.
Una de las últimas cosas que hice en el 2006 fue tirar una cerveza, era una Noche Buena, de esas que la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma sólo saca a la venta durante la temporada decembrina, de esas que se originaron allá por 1924, cuando los fundadores de la Cervecería de Orizaba, unos weyes alemanes que eran bien borrachales (de hecho les decían los frijoles bayos, porque eran buenos para el pedo los méndigos), sintieron nostalgia por el sabor de su cerveza y decidieron producir una cheve nada más para los compas y celebrar la época navideña.
Una de las primeras cosas que hice en el 2007, fue tirar una cerveza, era también una Noche Buena, de esas cheves que tienen un sabor y aroma bien definidos, derivados de una composición balanceada de malta, chocolate, caramelo y lúpulos especiales, de cuerpo robusto y resabio prolongado.
Espero que tirar cheves en fin y principio de años no sea un mal augurio.