Tuesday, February 27, 2007

Amnesia

No recordaba el nombre de la puta con la que salió aquella noche del Adelitas. Tampoco recordaba el día, sólo que estaba por festejarse el Halloween. Ese día no recordado "El Mocos" se había drogado tanto que ni siquiera se la pudo coger. Era vicioso al "crystal", se lo fumaba usando un foco. A la mujer de tacones altos y de una diminuta falda que le hacía lucir unas piernas bien formadas, no le importaba la impotencia de su cliente, ella sólo cobraría los 70 dólares del servicio para irse.
Le pulsaban las sienes y una vena en la frente era más notoria, por eso "El Mocos" se jalaba los pelos tratando de acomodarse el cerebro. Dos…, no, mejor cuatro aspirinas y una Coca Cola de bote para calmar aquella matanza de neuronas. Chequeó el reloj digital de luces rojas. Eran las 5:02. Por la ventana no entraba ni un rayo de luz y no sabía si era de madrugada o de noche. Tomó el teléfono y marcó a su compa.
- Güey, soy yo, "El Mocos"… ¿Dónde estás?
- En el Dandy, caile.
La respuesta no le ayudó para descifrar si amanecía o anochecía.
- ¿Es día o de noche?
- No mames pendejo, caile.
Se quedó un rato recostado y colgó el teléfono. Qué más daba si era de noche o de día, así que se levantó, aún llevaba puestos los Doctor Martens, el Levi’s y la camiseta negra que hace mucho tiempo había comprado en un concierto de The Cure. Tomó la chamarra y las llaves del carro y salió de casa.
¿Olga? ¿Paola? ¿Ma…? Por más que pensaba no recordaba el nombre de la chica rubia de aquella noche mientras conducía rumbo al centro de Tijuana. Colocó un Marlboro rojo en sus labios y en el semáforo en rojo empezó a buscar entre las bolsas de la chamarra los cerillos. En el stereo del auto se escuchaba el coro "Let’s make lots of money", de la canción Opportunities de Pet Shop Boys. En su infructuosa búsqueda de fuego halló una tarjeta, la misma que le provocó un flashback. En la escena retrospectiva aparecía un rostro, una larga cabellera dorada (¿peluca?)… Leyó la tarjeta: "Estética Amapola, Manolo Medina, propietario". En ese momento recordó la misma frase que le dijeron cuando agarró la tarjeta: "Llámame, por las noches me dedico a esto de la transformación".
El cigarro se le cayó de la boca.