De la serie: La difícil migración
Chao: inmigración en chino
Para llegar a Estados Unidos, Chao primero tuvo que vivir como refugiado 10 años en Argentina. De ahí su peculiar español con acento "cheno". Él obtuvo sus documentos de residencia permanente, y luego se hizo ciudadano, gracias a la Sección 245(i) de las leyes de inmigración, una medida que permitió a miles de inmigrantes llegar al país a petición de un familiar o de un empleador.
Su hermana había obtenido la "green card" gracias a que se casó con un afroamericano y fue ella la que lo solicitó ante inmigración para arreglarle "papeles".
Después de varios años en espera de la residencia permanente y debido a que el restaurante de comida china que tenía en Argentina no prosperó, Chao pudo llegar a Estados Unidos y traerse consigo a su esposa e hija. Eso fue en 1989. Luego el tango hizo su efecto, le llegó el mal de amor y se divorció. Empezó a trabajar por aquí y por allá hasta que se estableció como cartero, empleo que tiene desde hace 14 años.
A finales de los 90 conoció a otra mujer, una de sus paisanas que le llenó el rasgado ojo, y de quien después supo era indocumentada y que sólo lo utilizó para obtener la "green card".
"Eso se usa mucho en nuestra comunidad, que se casen por conveniencia, para que les arreglen papeles", comenta la hija. "A mi me ofrecieron matrimonio, un compañero de trabajo que es de Rumania, dijo que me pagaría 25 mil dólares, pero no acepté".
Pero la primera esposa de Chao, sí lo hizo. Después de que se divorció se casó con un chino que le ofreció 100 mil dólares a pagar en cuatro años. El hombre dijo quería salir de China para ofrecerle a su hijo una mejor vida y educación.
Con los pies descalzos mientras cena pollo cantonés con arroz frito en el comedor de su casa en Alhambra, Chao comenta que siempre fue su sueño vivir en Estados Unidos.
A pesar de los golpes al corazón, Chao ha encontrado en Estados Unidos una vida es más placentera.
"E ma lible", dice con su español a la Mao Tse-Perón.
Chao, un hombre de 52 años que salió de China por la políticas de su país, dice que a pesar de todo ese proceso de la difícil migración, valió la pena llegar a este país.
Chinos en EEUU
* Hay más de 1.6 millones.
* En California radican casi medio millón de ellos.
* Hacia 1930 se calculaba que había 75 mil.
* Una gran ola de 27,500 refugiados chinos llegó en 1952.
* Son el segundo grupo de inmigrantes más grande, sólo por debajo de los mexicanos.
* Otras grandes comunidades se ubican en New York, Massachusetts y New Jersey.
* En 2007 poco más de 33 mil se naturalizaron como estadounidenses.
Wednesday, January 07, 2009
Tuesday, December 23, 2008
Los otros inmigrantes III
De la serie "La difícil migración"
Bernahu Asfaw: el sueño etíope
Huyendo de la persecución política del régimen de Hailé Mariam Mengistu, Bernahu Asfaw llegó a Los Ángeles en 1981 procedente de su querida Etiopía, en el este central del continente africano.
Lo hizo gracias a que un médico amigo de la familia se prestó como patrocinador para conseguirle una visa de estudiante. De otra forma le hubiera sido mucho más difícil. Recuerda las tristes historias de amigos que quedaron en el intento o que tuvieron que pagar fortunas para ser trasladados a otros países y de ahí volar a Sudáfrica, a Brasil o a Panamá en busca de refugio en Estados Unidos.
"Todavía muchos maestros, reporteros y estudiantes tienen que cruzar la frontera a Sudán o a Kenia y de ahí tomar un avión para pedir asilo en los aeropuertos, porque es muy difícil conseguir una visa, pero muchos son arrestados en los aeropuertos y a muchos no les dan asilo", comenta Bernahu. "Por eso yo creo que es muy importante resolver este asunto de la inmigración, hay muchos que vienen a trabajar, muchos de los inmigrantes que llegan hacen el trabajo que los locales no quieren hacer. Esto es un asunto de economía".
Bernahu Asfaw: el sueño etíope
Huyendo de la persecución política del régimen de Hailé Mariam Mengistu, Bernahu Asfaw llegó a Los Ángeles en 1981 procedente de su querida Etiopía, en el este central del continente africano.
Lo hizo gracias a que un médico amigo de la familia se prestó como patrocinador para conseguirle una visa de estudiante. De otra forma le hubiera sido mucho más difícil. Recuerda las tristes historias de amigos que quedaron en el intento o que tuvieron que pagar fortunas para ser trasladados a otros países y de ahí volar a Sudáfrica, a Brasil o a Panamá en busca de refugio en Estados Unidos.
"Todavía muchos maestros, reporteros y estudiantes tienen que cruzar la frontera a Sudán o a Kenia y de ahí tomar un avión para pedir asilo en los aeropuertos, porque es muy difícil conseguir una visa, pero muchos son arrestados en los aeropuertos y a muchos no les dan asilo", comenta Bernahu. "Por eso yo creo que es muy importante resolver este asunto de la inmigración, hay muchos que vienen a trabajar, muchos de los inmigrantes que llegan hacen el trabajo que los locales no quieren hacer. Esto es un asunto de economía".
Este hombre de 51 de edad reconoce que muchos de sus paisanos viven de manera indocumentada en el país, ya que ha expirado la visa de estudiante con la que llegaron y que es la manera tradicional en la que llegan los africanos a Estados Unidos.
"La historia de los inmigrantes africanos no es muy diferente de la de otros inmigrantes", dice Bernahu. "También se andan escondiendo de inmigración, de ICE, consiguen trabajos con amigos porque es muy difícil, se mantienen en privado, no quieren tomar ningún riesgo, porque tienen miedo a ser deportados, porque hay mucha persecución política en sus países y no quiere regresar, porque serían encarcelados en el mejor de los casos".
Bernahu se graduó como técnico del L.A. Tech Trade y despues de muchos años de esfuerzo logró poner un restaurante de comida típica de su país en la Pequeña Etiopía de Los Ángeles, donde el ambiente y la música africana del lugar lo ha hecho muy exitoso.
Actualmente es el presidente de la Little Ethiopia Business Association. Hace algunos años se casó y recientemente logró la ciudadanía estadounidense. Ya con eso, dice, ha alcanzado su sueño, el sueño etíope.
Etíopes en EEUU
* La población de inmigrantes africanos se estima en 1.2 millones.
* El DHS calcula que 300 mil africanos son indocumentados.
* Hay alrededor de 70 mil con residencia legal.Están establecidos en Los Ángeles, Washington D.C., Dallas y New York.
* Fueron de los primeros en emigrar de manera voluntaria de África.
* La primera ola de inmigración fue de 1974 a 1991.
* En el 2007 poco más de 5 mil se naturalizaron.
Sunday, December 14, 2008
Los otros migrantes II
De la serie: La difícil migración
Anka: una polaca carpintera
Hace diez años Anka decidió dejar su natal Bodzentyn, una pequeña comunidad de aproximadamente 2,300 habitantes en el suroeste de Polonia. Viajó a Nueva York al conseguir una visa de estudiante gracias a que uno de sus tíos hizo el trámite para comprobar que podía pagarle sus estudios.
La visa expiró y se convirtió en una de las más de 12 millones de personas que viven de manera indocumentada en el Estados Unidos.
Anka se gana la vida arreglando muebles en una carpintería de Brooklyn y un día, si el gobierno de Estados Unidos les ofrece la oportunidad mediante una reforma migratoria, tiene la ilusión de seguir estudiando.
"Mi tío tuvo que obtener algunos papeles, comprobar que tiene mucho dinero en el banco, creo que lo mínimo eran 40 mil dólares, para que me pudieran dar la visa, comprobar que me podía pagar comida, habitación y libros", comentó esta joven de 28 años de edad que pidió no revelar su nombre completo para evitar problemas con inmigración.
Como el trato con su tío era sólo conseguirle la visa, Anka debía trabajar para pagar la escuela, al menos 20 horas semanales y no perder la visa, así como para subsistir en la Gran Manzana.
Sin embargo, la visa de estudiante no le permite trabajar en el país, así que se les arregló para conseguir chamba como lo hacen la mayoría de quienes no están autorizados: A lo chueco.
Mientras estudiaba idiomas en un colegio neoyorquino, trabajaba en una tienda vendiendo donas y café.
"Si eres estudiante de otro país pagas más que la gente que nació aquí, así que tenía que trabajar más, me pagaban en cash, porque no tengo permiso de trabajo, ahora trabajo como ayudante en una carpintería, arreglo muebles, porque no tengo papeles no tengo trabajo de oficina, la economía está mal y las empresas están botando a la gente, por eso tengo que hacer lo que vaya encontrando", comentó con un español muy aceptable y con ese acento de la Europa del este.
Aunque cada fin de semana llama por teléfono a su familia, Anka extraña los abrazos de sus padres y hermanos, como aquéllos que le dieron hace diez años cuando salió de su natal Bodzentyn en busca de un futuro mejor.
Polacos en EEUU
* La población con descendencia polaca es de 9 millones.
* Sólo 500 mil son inmigrantes.
* Alrededor de 300 mil indocumentados son de Europa del este.
* Al menos 70 mil son polacos indocumentados.
* La mayor concentración está en Chicago, Illinois.
* En Long Island, en el estado de New York, existe el pueblo polaco de Riverhead.
* Otras comunidades grandes existen en New York, Michigan y Pennsylvania.
Anka: una polaca carpintera
Hace diez años Anka decidió dejar su natal Bodzentyn, una pequeña comunidad de aproximadamente 2,300 habitantes en el suroeste de Polonia. Viajó a Nueva York al conseguir una visa de estudiante gracias a que uno de sus tíos hizo el trámite para comprobar que podía pagarle sus estudios.
La visa expiró y se convirtió en una de las más de 12 millones de personas que viven de manera indocumentada en el Estados Unidos.
Anka se gana la vida arreglando muebles en una carpintería de Brooklyn y un día, si el gobierno de Estados Unidos les ofrece la oportunidad mediante una reforma migratoria, tiene la ilusión de seguir estudiando.
"Mi tío tuvo que obtener algunos papeles, comprobar que tiene mucho dinero en el banco, creo que lo mínimo eran 40 mil dólares, para que me pudieran dar la visa, comprobar que me podía pagar comida, habitación y libros", comentó esta joven de 28 años de edad que pidió no revelar su nombre completo para evitar problemas con inmigración.
Como el trato con su tío era sólo conseguirle la visa, Anka debía trabajar para pagar la escuela, al menos 20 horas semanales y no perder la visa, así como para subsistir en la Gran Manzana.
Sin embargo, la visa de estudiante no le permite trabajar en el país, así que se les arregló para conseguir chamba como lo hacen la mayoría de quienes no están autorizados: A lo chueco.
Mientras estudiaba idiomas en un colegio neoyorquino, trabajaba en una tienda vendiendo donas y café.
"Si eres estudiante de otro país pagas más que la gente que nació aquí, así que tenía que trabajar más, me pagaban en cash, porque no tengo permiso de trabajo, ahora trabajo como ayudante en una carpintería, arreglo muebles, porque no tengo papeles no tengo trabajo de oficina, la economía está mal y las empresas están botando a la gente, por eso tengo que hacer lo que vaya encontrando", comentó con un español muy aceptable y con ese acento de la Europa del este.
Aunque cada fin de semana llama por teléfono a su familia, Anka extraña los abrazos de sus padres y hermanos, como aquéllos que le dieron hace diez años cuando salió de su natal Bodzentyn en busca de un futuro mejor.
Polacos en EEUU
* La población con descendencia polaca es de 9 millones.
* Sólo 500 mil son inmigrantes.
* Alrededor de 300 mil indocumentados son de Europa del este.
* Al menos 70 mil son polacos indocumentados.
* La mayor concentración está en Chicago, Illinois.
* En Long Island, en el estado de New York, existe el pueblo polaco de Riverhead.
* Otras comunidades grandes existen en New York, Michigan y Pennsylvania.
Thursday, December 04, 2008
Los otros migrantes I
De la serie "La difícil migración"
La difícil migración es una serie de seis entrevistas. Son los testimonios de seis inmigrantes. Seis historias que cuentan el difícil proceso de la migración hacia Estados Unidos. Sus travesías. La vida que dejaron atrás. Es el decir de seis diferentes migrantes que han llegado a un país de refugio. Caminos complicados en busca de una vida confortable. No es el viaje latinoamericano, es la migración de otros continentes. De Vietnam, de Polonia, de Nepal, de China, de Etiopía y de Corea. Son las historias cotidianas y poco contadas del migrante intercontinental. Relatos que comprueban que el polémico y complejo fenómeno de la inmigración no es exclusivo de un grupo.
Aquí la primera entrega.
La difícil migración es una serie de seis entrevistas. Son los testimonios de seis inmigrantes. Seis historias que cuentan el difícil proceso de la migración hacia Estados Unidos. Sus travesías. La vida que dejaron atrás. Es el decir de seis diferentes migrantes que han llegado a un país de refugio. Caminos complicados en busca de una vida confortable. No es el viaje latinoamericano, es la migración de otros continentes. De Vietnam, de Polonia, de Nepal, de China, de Etiopía y de Corea. Son las historias cotidianas y poco contadas del migrante intercontinental. Relatos que comprueban que el polémico y complejo fenómeno de la inmigración no es exclusivo de un grupo.
Aquí la primera entrega.
Benjamin Vu: escapar del comunismo
Tenía 12 años de edad cuando se separó de su familia. Vivía en Saigón y la guerra perdida de Estados Unidos había dejado un caos en el sur de Vietnam, donde la invasión comunista les había robado su tierra y su cultura a los pobladores de esa región.
Benjamin Vu es el mayor de cinco hermanos y a quien sus padres le entregaron todos sus ahorros para que pudiera escapar del país en 1983 ante la barbarie que se cometía en contra del pueblo vietnamita.
El capitán del barco en el que huyó hacia Indonesia hacía la función de los actuales "coyotes"o traficantes de personas. Le cobró tres onzas de oro. En aquellos años eso era suficiente como para comprar una enorme casa, según cuenta Benjamin.
"Al perder la guerra el sur de Vietnam, luego de que Estados Unidos se retirara en 1973 y el norte del país fuera respaldada por Rusia, China y Cuba, los del sur fueron sometidos y muchos tuvimos que huir", recuerda. "Pusieron a muchos en prisión, mi papá estuvo en prisión, éramos considerados gente mala para el gobierno, fue cuando mi papá dijo: bueno, esta ya no es nuestra tierra".
Entonces su papá tomó la decisión de sacarlo del país para al menos salvar a uno de la familia. Pero la travesía era peligrosa. En aquellos años muchos morían en altamar, ya sea ahogados o por la falta de alimento en altamar, ya que a veces la escapada por el océano duraba meses.
"Escapar de Vietnam era difícil, tenías que intentarlo varias veces, yo lo intenté como 20 veces", dice Benjamin.
La huída podía ser por mar, yendo hacia Filipinas, Indonesia o Malasia, o por tierra, atravesando la frontera con Camboya o Tailandia.
"Teníamos que contratar un… se me olvidó el término vietnamita, pero era lo mismo que un coyote, y teníamos que confiar en él, que era el capitán del bote, había que pagar dinero, era muy costoso salir, si no tenías dinero no podías salir, había que pagar sobornos".
Luego de siete meses en un campo de refugiados en Indonesia, Benjamin fue aceptado por Estados Unidos para asilo político y destinado a vivir en una casa de crianza.
"No los conocía, nunca los había visto, no sabía como eran", dice sobre sus padres adoptivos. "Cuando me recogieron en el aeropuerto me recibieron con un cartel con mi nombre, me llevaron a casa y empecé una vida nueva".
Ahora Benjamin Vu cuenta con un estudio de fotografía y trabaja tiempo parcial como fotoperiodista para un diario vietnamita en el condado de Orange. Dice haber logrado "el sueño americano".
Vietnamitas en EEUU
* Se estima hay 1.27 millones de inmigrantes vietnamitas.
Tenía 12 años de edad cuando se separó de su familia. Vivía en Saigón y la guerra perdida de Estados Unidos había dejado un caos en el sur de Vietnam, donde la invasión comunista les había robado su tierra y su cultura a los pobladores de esa región.
Benjamin Vu es el mayor de cinco hermanos y a quien sus padres le entregaron todos sus ahorros para que pudiera escapar del país en 1983 ante la barbarie que se cometía en contra del pueblo vietnamita.
El capitán del barco en el que huyó hacia Indonesia hacía la función de los actuales "coyotes"o traficantes de personas. Le cobró tres onzas de oro. En aquellos años eso era suficiente como para comprar una enorme casa, según cuenta Benjamin.
"Al perder la guerra el sur de Vietnam, luego de que Estados Unidos se retirara en 1973 y el norte del país fuera respaldada por Rusia, China y Cuba, los del sur fueron sometidos y muchos tuvimos que huir", recuerda. "Pusieron a muchos en prisión, mi papá estuvo en prisión, éramos considerados gente mala para el gobierno, fue cuando mi papá dijo: bueno, esta ya no es nuestra tierra".
Entonces su papá tomó la decisión de sacarlo del país para al menos salvar a uno de la familia. Pero la travesía era peligrosa. En aquellos años muchos morían en altamar, ya sea ahogados o por la falta de alimento en altamar, ya que a veces la escapada por el océano duraba meses.
"Escapar de Vietnam era difícil, tenías que intentarlo varias veces, yo lo intenté como 20 veces", dice Benjamin.
La huída podía ser por mar, yendo hacia Filipinas, Indonesia o Malasia, o por tierra, atravesando la frontera con Camboya o Tailandia.
"Teníamos que contratar un… se me olvidó el término vietnamita, pero era lo mismo que un coyote, y teníamos que confiar en él, que era el capitán del bote, había que pagar dinero, era muy costoso salir, si no tenías dinero no podías salir, había que pagar sobornos".
Luego de siete meses en un campo de refugiados en Indonesia, Benjamin fue aceptado por Estados Unidos para asilo político y destinado a vivir en una casa de crianza.
"No los conocía, nunca los había visto, no sabía como eran", dice sobre sus padres adoptivos. "Cuando me recogieron en el aeropuerto me recibieron con un cartel con mi nombre, me llevaron a casa y empecé una vida nueva".
Ahora Benjamin Vu cuenta con un estudio de fotografía y trabaja tiempo parcial como fotoperiodista para un diario vietnamita en el condado de Orange. Dice haber logrado "el sueño americano".
Vietnamitas en EEUU
* Se estima hay 1.27 millones de inmigrantes vietnamitas.
* Representan el 3% del total de la población inmigrante.
* Son el 10.5% de la comunidad asiática en el país.
* Es el quinto grupo más grande de inmigrantes.
* La mayor comunidad de ellos se localiza en los condados de Orange y Los Ángeles.
* La migración vietnamita se incrementó en un 82% entre 1990 y 2000.
* El 21% de los vietnamitas no son ciudadanos estadounidenses, muchos de ellos indocumentados.
* Son el 10.5% de la comunidad asiática en el país.
* Es el quinto grupo más grande de inmigrantes.
* La mayor comunidad de ellos se localiza en los condados de Orange y Los Ángeles.
* La migración vietnamita se incrementó en un 82% entre 1990 y 2000.
* El 21% de los vietnamitas no son ciudadanos estadounidenses, muchos de ellos indocumentados.
Friday, November 14, 2008
Tuesday, October 28, 2008
Violencia y periodismo
Reporteros en zona de guerra
Octubre/2008
TIJUANA, México.- Agazapado detrás de un vehículo Sergio Ortiz se protege de las balas. Está en la línea de fuego durante un tiroteo en la colonia Loma Dorada, donde sicarios al servicio de un supuesto narcotraficante apodado "El Muletas", se enfrentan con fusiles de alto poder a policías y soldados. Su única arma es una cámara fotográfica con la que intenta captar la mejor imagen para el periódico en el que trabaja. Las ráfagas de los AK-47 retumban ante el tímido clic del obturador. Adrenalina pura. Zona de guerra.
El riesgo de ser alcanzado por una bala es inminente durante la cobertura noticiosa de esta violentada ciudad fronteriza, donde las últimas seis semanas se han registrado varios tiroteos entre supuestos narcotraficantes, policías y militares, además de las ya habituales persecuciones a balazos y ejecuciones al estilo de la mafia, las cuales han dejado un saldo de más de 160 muertos en ese período.
Por ello Ortiz, al igual que otros reporteros de Tijuana, han decidido portar chalecos antibalas durante su tarea diaria.
"Nuestro trabajo se ha vuelto más delicado, el peligro está latente, estar pensando que una bala perdida te puede tocar", comenta este reportero gráfico del diario Frontera, empresa que decidió dotar a sus reporteros de la nota policíaca con chalecos antibalas.
Todavía sin acostumbrarse a ese escudo, el fotoreportero comenta que portar el antibalas lo hace sentir un blanco más. La violencia suscitada en Tijuana les ha cambiado la dinámica y su vida personal.
"De unas semanas a la fecha siente uno como paranoia, salgo de casa y estoy volteando para todos lados, voy espejeando en el carro, revisando que no venga un convoy de carros, no precisamente porque me estén buscando, sino que son precauciones porque está pasando por todos lados, esta gente está llegando a cualquier hora y en cualquier lugar y te puedes cruzar en un mal momento", dice Ortiz. "Como periodistas estámos en más riesgo, pero le está tocando a todas las personas que viven en Tijuana, creo que estamos viviendo una paranoia, como el fin de semana que hubo fuegos artificiales (durante un concierto) y empezaron a hacer llamadas de que eran balazos".
Daniel Salinas, reportero del mismo diario, explicó que otra de las medidas que la empresa ha decidido tomar para protegerlos, es firmar notas, artículos o reportajes sobre el crimen organizado como "Redacción/Frontera".
"Los reporteros han estado expuestos a eventos de alto impacto, si no se ha muerto uno es de milagro, por eso para estar protegidos se decidió adquirir chalecos, aunque la instrucción es no acercarse demasiado a los hechos", mencionó Salinas.
Jorge Fregoso, reportero de Síntesis TV, es otro de los que también porta chaleco antibalas.
"Decidimos conseguir chalecos porque la situación se ha puesto cada vez más complicada, es una manera de prevenir, no porque exista una amenaza directa, sino que puedes ser blanco de una bala perdida…, por experiencia sabemos que esta gente busca desestabilizar y los periodistas son blanco de esta situación", comentó Fregoso.
Como reporteros, dijo, han tomado otras medidas extra, como dejar espacio entre los vehículos mientras conducen en caso de que ocurra algún altercado y tengan oportunidad de escapar.
"En cuanto a la vida privada tratamos de evitar ir a ciertos lugares, tratar de ser precavido", comentó. "Porque estamos viviendo cosas que no se habían visto antes: doce cuerpos tirados, más de cien muertos en un mes, entambados en ácido, calcinados, balaceras a plena luz del día".
Los tiroteos de los narcotraficantes han llegado a decenas de víctimas inocentes, una de las más recientes fue un bebé que iba a bordo de un vehículo que conducía su papá y que chocó cuando un grupo de sicarios empezaron a hacer disparos a diestra y siniestra.
Said Betanzos, reportero de Televisa, dijo que la directiva de noticieros de la empresa les ha pedido a sus reporteros y camarógrafos no acercarse a las balaceras para evitar tragedias.
"Nosotros no portamos chalecos, en los casos de alto impacto, por medidas de seguridad, la instrucción es ir al lugar hasta que se acabe el tiroteo, para no exponernos, nuestro jefe nos ha dicho que más vale perder la nota que perder un amigo, que no quiere héroes, claro, nosotros vamos porque nos gusta, pero se toman las debidas precauciones", dijo Betanzos.
Para Rosario Mosso, reportera del semanario Zeta, la mejor protección es verificar la información que se va a publicar.
"Nosotros tenemos más de 20 años lidiando con estos temas, siempre hemos tenido cuidado de verificar nuestras fuentes con la regla de tres, confirmamos con tres partes diferentes la información que nos llega, para estar seguros que lo que vamos a publicar sea verdad", comentó la discípula del extinto y reconocido periodista Jesús Blancornelas.
El trabajo periodístico de Zeta es diferente al que realizan los diarios de Tijuana, dijo Mosso, ya que es una labor más de investigación que de reportar los hechos, no obstante la instrucción para la cobertura de las balaceras es básica: no exponerse y seguir las indicaciones de las autoridades presentes en el incidente.
Esa es la dinámica a la que se enfrentan los reporteros en esta ciudad que se ha convertido en un zona guerra considerando que durante las últimas semanas se ha superado el número de muertos en comparación con Bagdad.
"Si tomas en cuenta las cifras que ha arrojado esto, más de 160 muertes en 38 días", agregó Daniel Salinas, "que durante dos semanas tuvimos un promedio de un asesinato cada tres horas, de que estamos expuestos a tiroteos y fuegos cruzados, sí podemos decir que estamos en una zona de guerra".
Octubre/2008
TIJUANA, México.- Agazapado detrás de un vehículo Sergio Ortiz se protege de las balas. Está en la línea de fuego durante un tiroteo en la colonia Loma Dorada, donde sicarios al servicio de un supuesto narcotraficante apodado "El Muletas", se enfrentan con fusiles de alto poder a policías y soldados. Su única arma es una cámara fotográfica con la que intenta captar la mejor imagen para el periódico en el que trabaja. Las ráfagas de los AK-47 retumban ante el tímido clic del obturador. Adrenalina pura. Zona de guerra.
El riesgo de ser alcanzado por una bala es inminente durante la cobertura noticiosa de esta violentada ciudad fronteriza, donde las últimas seis semanas se han registrado varios tiroteos entre supuestos narcotraficantes, policías y militares, además de las ya habituales persecuciones a balazos y ejecuciones al estilo de la mafia, las cuales han dejado un saldo de más de 160 muertos en ese período.
Por ello Ortiz, al igual que otros reporteros de Tijuana, han decidido portar chalecos antibalas durante su tarea diaria.
"Nuestro trabajo se ha vuelto más delicado, el peligro está latente, estar pensando que una bala perdida te puede tocar", comenta este reportero gráfico del diario Frontera, empresa que decidió dotar a sus reporteros de la nota policíaca con chalecos antibalas.
Todavía sin acostumbrarse a ese escudo, el fotoreportero comenta que portar el antibalas lo hace sentir un blanco más. La violencia suscitada en Tijuana les ha cambiado la dinámica y su vida personal.
"De unas semanas a la fecha siente uno como paranoia, salgo de casa y estoy volteando para todos lados, voy espejeando en el carro, revisando que no venga un convoy de carros, no precisamente porque me estén buscando, sino que son precauciones porque está pasando por todos lados, esta gente está llegando a cualquier hora y en cualquier lugar y te puedes cruzar en un mal momento", dice Ortiz. "Como periodistas estámos en más riesgo, pero le está tocando a todas las personas que viven en Tijuana, creo que estamos viviendo una paranoia, como el fin de semana que hubo fuegos artificiales (durante un concierto) y empezaron a hacer llamadas de que eran balazos".
Daniel Salinas, reportero del mismo diario, explicó que otra de las medidas que la empresa ha decidido tomar para protegerlos, es firmar notas, artículos o reportajes sobre el crimen organizado como "Redacción/Frontera".
"Los reporteros han estado expuestos a eventos de alto impacto, si no se ha muerto uno es de milagro, por eso para estar protegidos se decidió adquirir chalecos, aunque la instrucción es no acercarse demasiado a los hechos", mencionó Salinas.
Jorge Fregoso, reportero de Síntesis TV, es otro de los que también porta chaleco antibalas.
"Decidimos conseguir chalecos porque la situación se ha puesto cada vez más complicada, es una manera de prevenir, no porque exista una amenaza directa, sino que puedes ser blanco de una bala perdida…, por experiencia sabemos que esta gente busca desestabilizar y los periodistas son blanco de esta situación", comentó Fregoso.
Como reporteros, dijo, han tomado otras medidas extra, como dejar espacio entre los vehículos mientras conducen en caso de que ocurra algún altercado y tengan oportunidad de escapar.
"En cuanto a la vida privada tratamos de evitar ir a ciertos lugares, tratar de ser precavido", comentó. "Porque estamos viviendo cosas que no se habían visto antes: doce cuerpos tirados, más de cien muertos en un mes, entambados en ácido, calcinados, balaceras a plena luz del día".
Los tiroteos de los narcotraficantes han llegado a decenas de víctimas inocentes, una de las más recientes fue un bebé que iba a bordo de un vehículo que conducía su papá y que chocó cuando un grupo de sicarios empezaron a hacer disparos a diestra y siniestra.
Said Betanzos, reportero de Televisa, dijo que la directiva de noticieros de la empresa les ha pedido a sus reporteros y camarógrafos no acercarse a las balaceras para evitar tragedias.
"Nosotros no portamos chalecos, en los casos de alto impacto, por medidas de seguridad, la instrucción es ir al lugar hasta que se acabe el tiroteo, para no exponernos, nuestro jefe nos ha dicho que más vale perder la nota que perder un amigo, que no quiere héroes, claro, nosotros vamos porque nos gusta, pero se toman las debidas precauciones", dijo Betanzos.
Para Rosario Mosso, reportera del semanario Zeta, la mejor protección es verificar la información que se va a publicar.
"Nosotros tenemos más de 20 años lidiando con estos temas, siempre hemos tenido cuidado de verificar nuestras fuentes con la regla de tres, confirmamos con tres partes diferentes la información que nos llega, para estar seguros que lo que vamos a publicar sea verdad", comentó la discípula del extinto y reconocido periodista Jesús Blancornelas.
El trabajo periodístico de Zeta es diferente al que realizan los diarios de Tijuana, dijo Mosso, ya que es una labor más de investigación que de reportar los hechos, no obstante la instrucción para la cobertura de las balaceras es básica: no exponerse y seguir las indicaciones de las autoridades presentes en el incidente.
Esa es la dinámica a la que se enfrentan los reporteros en esta ciudad que se ha convertido en un zona guerra considerando que durante las últimas semanas se ha superado el número de muertos en comparación con Bagdad.
"Si tomas en cuenta las cifras que ha arrojado esto, más de 160 muertes en 38 días", agregó Daniel Salinas, "que durante dos semanas tuvimos un promedio de un asesinato cada tres horas, de que estamos expuestos a tiroteos y fuegos cruzados, sí podemos decir que estamos en una zona de guerra".
Sunday, October 05, 2008
V&M Party
Comer tacos hasta el hartazgo y beber hasta la inconsciencia. Eso lo que ofrecen Vianney y Mónica el próximo sábado 11 de octubre. Y por sólo 130 pesos. ¿Interesados? Ahí está el mapa y el flyer del evento. Dicen que se pondrá bien perrón porque va un tal Yorsh… A wilbur.
A propósito de party, ya se acerca The Annual Yorsh Superparty. ¿Será por mar, por aire o por tierra?
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